La planeación didáctica y su importancia en la formación profesional de los estudiantes 

 Laura Elizabeth Trujillo Tuz

LEER EN PDF

 

En la actualidad, la falta de oportunidades laborales para los jóvenes recién egresados es uno de los gran­des retos que enfrenta México, por lo que que, para ser competitivos en el campo de trabajo, sumado a las prácticas profesionales, se vuelve necesario que cuenten con una buena formación académica antes de concluir la carrera. Debido a ello, además de tomar clases, es necesario que los estudiantes realicen talleres o cursos y se mantengan actualizados en las nuevas herramientas tecnológicas que forman parte de las exigencias actuales y futuras del mundo laboral.

  En la actualidad, la falta de oportunidades laborales para los jóvenes recién egresados es uno de los grandes re­tos que enfrenta México, por lo que que, para ser com­petitivos en el campo de trabajo, sumado a las prácticas profesionales, se vuelve necesario que cuenten con una buena formación académica antes de concluir la carrera. Debido a ello, además de tomar clases, es necesario que los estudiantes realicen talleres o cursos y se mantengan actualizados en las nuevas herramientas tecnológicas que forman parte de las exigencias actuales y futuras del mundo laboral.

Como parte de ese reto, no solo debe haber disposi­ción de los jóvenes de llevar una formación académica conveniente para las exigencias actuales; es trabajo tam­bién de las instituciones, y primordialmente de los do­centes, disponer de ciertas habilidades y sobre todo de un plan adecuado de actuación con el que el alumno pueda obtener de manera satisfactoria las herramientas, actitu­des y conocimientos necesarios para hacer frente a los grandes desafíos que se están viviendo, y logren así reali­zarse plenamente.

En este trabajo se aborda el tema de la planeación educativa por parte de los docentes, es decir, su plan de trabajo y la planeación didáctica de sus materias, ya que esta es una herramienta de gran importancia y sobre todo muy útil en el proceso de enseñanza-aprendizaje, con la cual el docente creará y fijará ciertos objetivos, aplicando una serie de actividades con las cuales se espera que el alumno alcance un aprendizaje significativo para mayor desarrollo de su conocimiento.

Además, se exponen algunos de los elementos que debe incluir la planeación didáctica del docente, su es­tructura y las habilidades que este requiere para imple­mentar dicha planeación, con la cual podrá llevar a cabo un proceso de enseñanza-aprendizaje eficaz para la for­mación profesional de los estudiantes.

Si bien la planeación no garantiza que el cien por cien­to del alumnado obtenga de manera satisfactoria los co­nocimientos que requiere para su profesionalización, es de suma importancia que el docente realice su planea­ción didáctica, ya que esta le permitirá organizar su tiem­po y actividades dentro del aula. Además, es necesario que dicha planeación se realice tomando en cuenta los recursos con los que se cuenta dentro de la institución, y sobre todo las condiciones de los alumnos, para que de esta forma sea mayor el número de estudiantes que desarrollen el más alto potencial. En relación con la idea anterior, Amaro (2011) plantea que:

La planificación didáctica supone organizar la acción me­diadora no como un conjunto de acciones imprevisibles y desconectadas entre sí, sino como la puesta en práctica de un plan bien pensado y articulado. Se trata de una compe­tencia básica en el ejercicio docente, que tiene una fuerte dependencia situacional por cuanto está limitada a una se­rie de aspectos que la condicionan y le dan sentido (p.133).

Además de organizar mejor su tiempo y recursos, la planeación didáctica le permitirá al docente tener clara la forma de evaluar cada actividad. Es de suma importan­cia que el docente realice la planeación al inicio de cada curso, como antes se mencionó, ya que de acuerdo con la Secretaría de Educación Pública (2017):

La planeación didáctica consciente y anticipada busca opti­mizar recursos y poner en práctica diversas estrategias con el fin de conjugar una serie de factores (tiempo, espacio, ca­racterísticas y necesidades particulares del grupo, materia­

les y recursos disponibles, experiencia profesional del do­cente, principios pedagógicos del Modelo Educativo, entre otros) que garanticen el máximo logro en los aprendizajes de los alumnos (pp.124-125).

El docente debe darse a la tarea de conocer el contex­to de sus alumnos en la medida de lo posible, así como realizar una indagación sobre sus conocimientos previos para saber de qué puede partir. Hecho esto, podrá definir los objetivos de aprendizaje, es decir, qué es lo que quiere que aprendan sus alumnos, centrándose principalmente en los objetivos de tipo formativo que, de acuerdo con Zarzar (1993), incluyen cuatro aspectos: la formación in­telectual, la formación social, la formación humana y la formación profesional del estudiante.

En el nivel superior, el maestro debe enfocarse prin­cipalmente en los objetivos de formación profesional, ya que entre ellos se incluye ¨el desarrollo de actitudes, va­lores y habilidades por parte del alumno, enfocado éste como un futuro profesionista, como alguien que, dentro de poco tiempo, pasará a formar parte de la clase pro­ductiva, ya sea de forma independiente o en una empresa pública o privada¨ (Zarzar, 1993, pp. 22).

El siguiente paso es considerar los recursos con los que se cuenta y, sobre todo, las posibilidades de los alumnos para organizar las actividades que realizarán en cada se­sión de clase, dividiendo ésta por segmentos, los cuales, de acuerdo con Susan Stodolsky (1993), son momentos especificos de la lección que se caracterizan por el tra­tamiento de un tema o asunto particular y que están dominados por una intencionalidad especifica que los diferencia de otro momento. Todo segmento tiene prin­cipio, desarrollo y final, y desaparece para darle paso al siguiente. Durante la clase, se identifican tres segmentos: segmento de apertura, segmento de desarrollo y segmen­to de cierre.

Durante el primer segmento, el de apertura o inicio, las actividades que el docente emplee pueden incluir el saludo al grupo, el pase de lista y la presentación de los objetivos de dicha clase; además, el docente debe promo­ver el interés y la motivación de los alumnos, rescatar las ideas previas e introducir el tema; posteriormente, ini­ciará el segmento de desarrollo, el cual puede partir por un conflicto cognitivo, en el que, de acuerdo con Barrios (2016), Piaget resalta la dimensión cognitiva, en la cual define el conflicto como una oposición entre los esque­mas o estructuras mentales ya desarrollados y nuevas ex­periencias, informaciones y percepciones de la realidad, que dan lugar a un nuevo conocimiento. En dicho seg­mento, el docente puede incluir actividades de adquisi­ción de conceptos, ejercicios de solución de problemas y organizadores de información (como mapas conceptua­les, trabajos en equipo y participación en el pizarrón). Y, por último, el segmento de cierre constituye básicamente la evaluación de las actividades realizadas en el desarro­llo, alguna retroalimentación por parte del docente, dejar tarea sobre el mismo tema para reforzar los conceptos o incluso del tema siguiente para crear una noción de lo que se verá en la siguiente clase.

Como se puede observar, en la planeación el docente incluirá todas las actividades y estrategias que se emplea­rán durante los tres segmentos de clase, y sobre todo in­cluirá el tiempo y recursos necesarios para llevar a cabo dichas actividades, además de la forma de evaluación, por lo que tendrá que anexar listas de cotejo y rúbricas o aspectos a considerar para evaluar, a fin de que pueda lle­var un control de cada actividad y pueda detectar cuáles son las áreas de oportunidad de cada alumno para poder interceder y ayudarlos a obtener los aprendizajes espera­dos para su formación profesional.

Como anteriormente se ha mencionado, aunque el docente realice con anticipación su planeación, no es ga­rantía de que todos los alumnos logren el cien por ciento de los aprendizajes esperados para su formación profe­sional, ya que existen factores sociales, económicos, cul­turales, psicológicos y personales que pueden intervenir durante el proceso de enseñanza-aprendizaje. Sin embar­go, es de suma importancia que el docente realice su pla­neación, ya que será la ruta que conducirá a los objetivos planteados y aunque algún alumno tomara una ruta dis­tinta, facilita el trabajo del docente al guiar el proceso de aprendizaje a dicha meta.

Además, dentro de la misma planeación el docente po­drá considerar el clima de la clase y proponer actividades que contribuyan a que este sea agradable y propicio para que se puedan alcanzar otros objetivos determinados dentro del programa. Con ello, los profesores contribu­yen al desarrollo de habilidades, actitudes y valores para el trabajo en equipo, lo cual les será de utilizad en el cam­po laboral a sus alumnos.

La educación ha evolucionado del modelo tradicional en el que el maestro tenía el rol principal o activo al mo­delo actual, el de la Nueva Escuela Mexicana, en el que el docente debe fomentar la participación en clase con el fin de que el alumno se involucre con los temas tratados, ya que, de esta manera, se llevará a cabo un intercam­bio de ideas y reconstrucción de conceptos, con lo cual el alumno obtendrá un aprendizaje significativo. Para que el modelo actual se lleve a la práctica como está propues­to, la planeación del docente es primordial y conlleva una secuencia de actividades de enseñanza aprendizaje o se­cuencia didácticas que, según Zabala (1995), son:

 

La manera de encadenar y articular las diferentes activida­des a lo largo de una unidad didáctica. Así pues, podremos analizar las diferentes formas de intervención según las ac­tividades que se realizan y, sobre todo, por el sentido que adquieren respecto a una secuencia orientada a la consecu­ción de unos objetivos educativos. Las secuencias pueden aportar pistas acerca de la función que tiene cada una de las actividades en la construcción del conocimiento o el apren­dizaje de diferentes contenidos y, por consiguiente, valorar la pertinencia o no de cada una de ellas, la falta de otras o el énfasis que debemos atribuirles (p. 18).

 

Sin duda, la planeación didáctica le permite al docen­te ordenar y articular las actividades que llevará a cabo dentro de su quehacer educacional y será su guía para alcanzar los objetivos establecidos, los cuales son regidos por el sistema educativo y son exigencias propias de la institución, pero, sobre todo, es un derecho de sus estu­diantes.

Como se ha mencionado a lo largo de este trabajo, el fin de la planeación es orientar la práctica docente con el fin de alcanzar los objetivos estipulados al inicio de cada ciclo escolar y que están orientados a la formación in­tegral o profesional de cada estudiante. Además, le ayu­darán a reconocer cuáles son los conocimientos que re­quieren un mayor énfasis y, sobre todo, a identificar a los alumnos que a través de las evaluaciones presenten un mayor rezago escolar.

Es tarea del profesor idóneo indagar más allá del con­texto de los alumnos que se han quedado atrás en cuanto a sus aprendizajes, si existe algún factor externo a la es­cuela que le esté impidiendo adquirir los conocimientos esperados o si presenta alguna situación particular que deba ser atendida y de esta manera adecuar un plan es­tratégico de intervención para cada estudiante.

Por último, es necesario hacer énfasis en que la pla­neación debe principalmente estar cargada de activida­des interesantes para los alumnos y desarrollarse en un clima ideal para atender dudas, inquietudes e ideas, para que los alumnos sean sujetos activos dentro de la clase; sobre todo, deben ser actividades orientadas a su forma­ción profesional, además de incluir actualizaciones de las herramientas tecnológicas, si el contexto estudiantil e institucional lo permite.

Por todo lo anterior, es de gran importancia que los docentes estén en constante actualización y capacitación, pues de ellos depende realizar una planeación didáctica que sea determinante para que los alumnos salgan mejor preparados, con el mayor de los conocimientos posibles y utilizando las herramientas necesarias para hacer frente a las exigencias del campo laboral en el momento histórico que les ha tocado vivir.

Referencias

Amaro, R. (2011). Planificación didáctica y el dise­ño instruccional en ambientes virtuales. Investigación y postgrado, 26 (2), 126-190. 1727-897X-ms-18-02-233. pdf (sld.cu)

Barrios, A. (2016). Concepciones de conflictos in­terpersonales y desarrollo moral en la educación in­fantil brasileña. Revista de Psicología, 34 (2), 261-291. a03v34n2.pdf (scielo.org.pe)

Martínez, M. (1996). La orientación del clima del aula. Investigación sobre el desarrollo de una investiga­ción. Tesis doctoral. Publicaciones de la Universidad de Barcelona. http://dialnet.unirioja.es/servlet/tesis?codi­go=136679

Secretaria de Educación Pública (2017). Aprendizajes clave para la educación integral. Secretaria de Educación Pública.

Stodolsky, S. (1992). La importancia del contenido. Paidós.

Varona, F. (2020). Ideas educacionales de Paulo Freire. Reflexiones desde la educación superior. Medisur, 18, (2).

Zabala, A. (1995). La práctica educativa. Cómo ense­ñar. Editorial Graó

Zarzar, C. (1993). Habilidades básicas para la docen­cia. Patria.

NOSOTROS

REDES SOCIALES

INFORMACIÓN

Trazos Pedagógicos, año 2, Núm. 2, noviembre 2023- abril 2024 es una publicación semestral editada por la Universidad Pedagógica del Estado de Sinaloa. Castiza s/n Col. Cuauhtémoc, c. p. 80027, Culiacán, Sinaloa.
Teléfono: (667) 750-24-60.
Web: https://trazospedagogicos.upes.edu.mx.
Editora responsable: Teresa de Jesús Villaseñor Leal.
Reserva de Derechos al uso Exclusivo No. 04-2024-042311533200-203 otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor.
Responsable de la actualización del último número Silvia Evelyn Ward Bringas. Última actualización 30 de abril de 2024.