El ejercicio profesional de la pedagogía

Rosario Aglaé Orozco Meza

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A lo largo del tiempo, el ejercicio profesional de la pedagogía en México ha resultado ser un asunto de gran controversia; asimismo, ha sido abordado desde diferentes perspectivas y por diversos autores, los cuales han intentado dar claridad a un sinnúmero de cuestionamientos, en lo referente a la inserción profesional del pedagogo, punto en el que se ha centrado la mayor problemática.

 Dentro de las principales interrogantes que dieron lu­gar a la realización del presente trabajo se encuentran: ¿Qué funciones desempeña un profesional de la Peda­gogía y cuáles son los campos de inserción laboral del mismo? A su vez, surgen otras cuestiones relacionadas con cómo se conceptualizan los términos pedagogía y pedagogo, cuáles son los antecedentes de la pedagogía en México y, por último, cómo se vislumbra el futuro de la pedagogía en nuestro país.

Para dar respuesta a las preguntas planteadas, es nece­sario abordar las distintas concepciones de los términos pedagogía y pedagogo, así como los antecedentes de la pedagogía en México: su origen, influencia y demás su­cesos que forman parte de su historia; luego comenta­remos las labores que, de acuerdo con diversos autores, debe desempeñar un pedagogo, así como algunas carac­terísticas de su perfil profesional y los ámbitos laborales en donde puede ejercer profesionalmente. y finalmente echaremos un vistazo al futuro de la pedagogía en el país y describiremos qué es lo que se avecina y lo que se espe­ra de ella, lo cual nos ayudará a realizar un análisis de los nuevos requerimientos sociales y todas las innovaciones que vienen para esta disciplina.

De esta manera, el presente ensayo intenta analizar el ejercicio profesional de la pedagogía desde los distintos ámbitos y en los diferentes campos en donde esta tiene inserción. Se pretende además dar a conocer la diversi­dad de oportunidades que esta carrera contempla para sus egresados.

Partiendo del conocimiento más general acerca de la conceptualización de pedagogía y pedagogo, se puede inferir que la primera viene a representar a la disciplina insertada dentro las ciencias sociales y que se caracteri­za por tener entre su objeto de estudio a la educación; por otro lado, el pedagogo viene a ser al profesional que ejerce esa misma disciplina y que se encarga de poner en práctica todos los conocimientos y aptitudes que esta ca­rrera demanda en sus diferentes ámbitos.

De manera más específica, “la pedagogía es una disci­plina que interviene en la educación con la finalidad de legitimar y mejorar los ideales y las prácticas educativas” (Pasillas, 2008, como se cita en Furlán y Rios, 2017, p. 215), es decir, lo que persigue la pedagogía son acciones y soluciones que contribuyan a realizar mejoras en los pro­cesos educativos. Por su parte, al pedagogo se le define como “un profesional capaz de estudiar las distintas for­mas de escuela que han existido y las consecuencias que tuvieron en su accionar. Que más que estudiar la educa­ción, como entidad metafísica y metahistórica” (Furlán, 1999, como se cita en Furlán y Rios, 2017, p. 215). En otras palabras, puede decirse que es un conocedor y faci­litador de la enseñanza y el aprendizaje y que es capaz de intervenir y brindar su apoyo en el área que se le necesite y en la que su actuación tenga validez.

Por otra parte, si se ubica un punto en la historia de la pedagogía como profesión, puede identificarse que, en México, esta poco a poco comienza a cobrar auge a partir de la década de los setenta, en la que se constituyó como una verdadera disciplina gracias a una serie de sucesos que acontecieron en el sistema educativo mexicano. Se entiende con ello que desde hace varias décadas la pe­dagogía se encontraba ya en una constante lucha con otras profesiones que han venido ocupando muchos de los espacios en los que los profesionales de la Pedagogía deberían estar ejerciendo, tal y como lo señala Fernández (1989): “A partir de las reformas aplicadas a la Ley Fede­ral del Trabajo se supuso que los pedagogos tendrían un campo propio de dedicación profesional. Esto no fue así del todo, aunque un gran número de ellos realizan hoy actividades de capacitación, teniendo como contrincan­tes a diversos profesionistas, entre los que destacan espe­cialmente los psicólogos y los administradores ( p.2).

Fue así como la pedagogía se empezó a abrir paso len­tamente ante un sector mayormente ocupado durante mucho tiempo por normalistas y demás profesionistas de carreras afines a la educación, lo que le restaba valor al ejercicio profesional de esta carrera.

Resulta verdaderamente interesante realizar un análi­sis de las funciones que puede llegar a desempeñar un pe­dagogo, así como hacer un reconocimiento de los distin­tos ámbitos en los que su profesión tiene cabida. Y es que durante mucho tiempo, y aún en la actualidad, la labor del pedagogo ha sido relacionado única y exclusivamente al ámbito educativo; sin embargo, sobra decir que su per­fil abarca un amplio horizonte de oportunidades, pues va mucho más allá del campo de la educación, insertándose en lo empresarial, lo hospitalario y hasta en lo cultural, por mencionar solo algunos ejemplos.

Como es bien sabido, el profesional de la pedagogía se caracteriza por estar relacionado con la implementación de las distintas técnicas y metodologías de enseñanza, así como por procurar la mejora de los procesos educativos. Sin embargo, también “en la figura del pedagogo se re­flejan una serie de competencias profesionales (planifi­cación, organización, desarrollo, administración, inves­tigación y evaluación) que capacitan al profesional de la pedagogía para intervenir en cualquier campo ligado a la formación” (Haro, 2009, como se cita en Romero y Cas­telló, 2016, p. 24). Es por ello que hoy en día el perfil del pedagogo contempla un cúmulo de características que lo posicionan como un profesional capaz de ejercer no so­lamente en la escena educativa, sino en cualquier espacio que requiera de su intervención. Cásares (2000) establece como principales funciones del pedagogo las siguientes:

– El diagnóstico y evaluación de necesidades, caren­cias y demandas, tanto personales como grupales e ins­titucionales. La formación del pedagogo lo capacita para detectar necesidades, diagnosticarlas y evaluarlas, en cualquier contexto (centros educativos, empresas, mu­seos, etcétera).

– La planificación y diseño de planes de formación. El profesional de la Pedagogía, por su competencia para diagnosticar y evaluar diversas necesidades y carencias, está cualificado para dar respuestas formativas mediante la planificación y diseño de acciones formativas.

– La dirección y gestión de instituciones, grupos de trabajo, etcétera. La titulación de Pedagogía contempla en sus planes formativos acciones de gestión y dirección de instituciones, por lo que el pedagogo es competente para ejercer un rol de liderazgo en diversas instituciones u otras formaciones corporativas.

– La intervención educativa, el asesoramiento y la me­diación. El pedagogo posee los conocimientos necesarios para asesorar en cualquier ámbito educativo sobre las ne­cesidades existentes y para ayudar al resto de profesiona­les a optimizar su trabajo.

– La evaluación de procesos formativos, resultados e instituciones. El profesional de la Pedagogía, como ex­perto en formación, posee numerosas estrategias para poder evaluar los resultados derivados de acciones for­mativas, los procesos llevados a cabo y las instituciones en las que desempeña su labor (como se cita en Romero y Castelló, 2016, pp.22-23).

Un pedagogo tiene la responsabilidad de comprender los aspectos de la sociedad en donde se desenvuelve, co­nocer la realidad al igual que la evolución que la educa­ción ha tenido dentro de ella. Asimismo, debe interesarse por analizar el comportamiento de las personas para co­nocer cómo y cuándo aprenden, con el fin de facilitar su actuación durante la práctica en cualquiera de los ámbi­tos que se presente.

Casi siempre se ha relacionado a la pedagogía única­mente con la docencia, sin embargo existen muchos más campos laborales en los que los profesionales de esta ca­rrera pueden incursionar, pues además del ámbito escolar están el empresarial, el hospitalario, el social y cultural, por mencionar algunos. Entre los roles que el pedagogo puede desempeñar se encuentran los siguientes:

Escolar: orientador educativo, inspector técnico de educación, docencia e investigación. diseño curricular, gestor académico, directivo y administrador, asesor; hospitalario: forma parte de un equipo multidisciplinar (geriatría: diseño y gestión de programas formativos, trabajo en hospitales y servicios domiciliarios); laboral: capacitador, recursos humanos, técnico de orientación, analista, vicepresidente, director general, gerente; digital: creador de material didáctico, diseñador de cursos online y material e-learning; sociocultural y sociocomunitaria: especialista en recursos didácticos y monitor en museos, ludotecas, escuelas rurales, escuelas de verano, bibliote­cas, animación sociocultural, proyectos (Benítez-Gavira, Aguilar-Gavira y Martín-Gutiérrez (2021).

Es innegable que todos y cada uno de los campos en donde el pedagogo puede incursionar son relevantes, sin embargo existen algunos que se encuentran en gran rela­ción con las necesidades sociales actuales.

En el caso del campo escolar, las demandas sociales re­quieren de un profesional capaz de reconocer la realidad educativa, misma que prioriza actualmente la inclusión de todos los sujetos, por lo que la actuación del pedago­go consiste, además de brindar apoyo y orientación, en fomentar el respeto, la empatía y la comunicación para desarrollar una realidad desde la inclusión.

Por otra parte está el ámbito laboral, que va de la mano con la creciente globalización, la cual demanda cada vez más mano de obra calificada, es decir, capital humano que tenga potencial de generar desarrollo empresarial, por lo que el papel que aquí va a desempeñar el peda­gogo resulta fundamental, ya que será el encargado de formar y especializar al personal, así como de realizar los diagnósticos pertinentes de las empresas y de generar la necesaria innovación que exigen hoy en día los cambian­tes mercados.

A su vez, existe un ámbito todavía más importante en el que el pedagogo debe considerar su incursión, y sobre todo mostrar un mayor dominio y preparación: el digi­tal. Dado que el profesional de la pedagogía deberá estar preparado para adaptarse a los tiempos actuales en los que la tecnología cobra valor, deberá contar con un per­fil altamente capacitado que responda a cualquier nueva exigencia que se le presente.

No obstante, hasta ahora, el panorama de la pedagogía es incierto, ya que debido a los constantes cambios so­ciales que la educación ha enfrentado últimamente no es posible determinar el rumbo que tomará esta disciplina. Lo que es un hecho es que se requiere ya de una pedago­gía que revalorice su identidad como profesión y obtenga así el reconocimiento que por años ha quedado a la som­bra de otras carreras con un perfil similar.

Es evidente que la sociedad actualmente se encuentra sumida en múltiples desafíos que, en lugar de generar un cambio, en ocasiones representan un obstáculo y hasta un retroceso para los individuos. Es precisamente aquí en donde la pedagogía debe aprovechar la oportunidad para reflexionar sobre su actuar socialmente, dejando claro que puede representar una diferencia en la vida del ser humano y de la sociedad en general, porque además de su contribución con la generación de conocimientos también lo hace con el establecimiento y la mejora de in­teracciones y comunicaciones más sanas.

Ser un profesional de la pedagogía hoy en día com­prende un gran compromiso, sobre todo considerando que la pedagogía va más allá de lo teórico y lo práctico, es decir, es más que técnicas y estrategias; un pedagogo requiere, por el contrario, de un conjunto de cualidades personales que lo doten de ese sentido humano que tanto requiere la educación actualmente, pero más específica­mente la sociedad en general.

Por otra parte, debe quedar clara la diferencia entre el quehacer de un docente y el de un pedagogo. Es ne­cesario que la labor de los profesionales de la pedagogía sea reconocida y se le otorgue esa distinción que tanto se necesita. El actuar del pedagogo va mucho más allá del actuar docente, su intervención no se limita a niveles específicos, debe tener en cuenta que es un profesional capacitado para incursionar, además de esos niveles, en otras áreas y ámbitos fuera de la educación, porque puede trabajar en cualquier espacio en donde se requiera el de­sarrollo y la formación de personas. Estos aspectos son lo que la pedagogía debe aprovechar actualmente, aún más considerando que lo que necesita la educacion en estos momentos es una renovación de la enseñanza en general.

 

Referencias

Benítez-Gavira, R., S. Aguilar-Gavira, y A. Mar­tín-Gutiérrez (2021). Los retos socioeducativos de la pedagogía en la formación del profesorado, en Re­yes-Rebollo, M. y Piñero-Virué, R. (coords.) El papel del pedagogo en el siglo XXI. Octaedro.

Fernández, A. (1989). La práctica profesional de la pedagogía. Revista de la educación superior. 72, (18).

Furlán, A. y J Rios (2017). La enseñanza de la pe­dagogía en México. Revista Espaço do Currículo. Rev. Espaço do Currículo (online) ,10 (2), 213-230.

Romero J. y Castelló, A. (2016). Redefiniendo los campos de inserción del pedagogo. Revista Qurriculum. 29, 21-34.

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Trazos Pedagógicos, año 2, Núm. 2, noviembre 2023- abril 2024 es una publicación semestral editada por la Universidad Pedagógica del Estado de Sinaloa. Castiza s/n Col. Cuauhtémoc, c. p. 80027, Culiacán, Sinaloa.
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